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martes, 10 de diciembre de 2013

Superar el miedo, sacarle provecho, venga por donde venga, sea del color que sea.( I )

Ocurre no pocas veces, en el camino que todos hacemos con nuestra páctica, que de tanto en tanto aparece el miedo, esa sensación que tan bien conocemos todos, que desde bien pequeñitos ya, nos ha ayudado a discernir, evitar, sublimar, o incluso superar obstáculos y/o temores, o bien por lo menos a reconocerlos.
 En nuestro caso concreto, en ocasiones ese miedo, se debe a múltiples motivos tales como  a una prudencia excesiva tras una lesión o una mala experiencia,  una lesión en sí misma, desconocimiento, inseguridad, etc.

Viéndolo ampliamente, también debe decirse, que todas esas sensaciones que nos produce el miedo, también han tenido y tienen efectos negativos, tales como fobias, manías, aislamiento, paralización,  inseguridades, etc.



El miedo es una sensación compleja, ( a la vez que primitiva, quizás hasta necesaria, esencial, vital ) que hace recular a unos, y sacar pecho a otros, por nombrar unos ejemplos concretos. No vamos a hablar sobre el concepto puro del miedo, pero sí vamos a tratar de hacer analogías.
Lo hemos visto muchas veces en películas, cómics, etc. Imaginemos una situación en la que por ejemplo estamos luchando en una trinchera, o debemos enfrentarnos con un enemigo o  varios.Voy a tratar de exponer unos ejemplos concretos en cuanto a la respuesta que se genera.

 Unos, estarán tranquilos, porque aceptarán su destino y tomarán su última acción con la dignidad y relajación del que es conocedor de su destino. Otros, huirán, dejando atrás a sus compañeros, abandonándose y despojándose de todo valor. Otros, atacarán. Y sacarán con la frustración que supone no querer aceptar la situación, una fuerza inusitada que les despojará de miedos y dudas.



Es decir, que unos huyen, otros aceptan, otros atacan. Por no hablar de los que intentarán hace un mix de todo, son los famosos "cobardes valientes" y "valientes cobardes" y cualesquiera que sean las combinaciones posibles.
No sabemos como reaccionaremos siempre, en cierto modo, el libre albedrío resuena no tan solo entre nosotros, si no también dentro de nosotros en cada nueva situación. Sí que es cierto que cada individuo tiene una manera, un modo de ser, pero es difícil predecir cómo nos comportaremos en cada instante y situación que se nos plantee delante, mas si cabe negociando con el concepto del miedo, o bien buscado, encontrado o impuesto.


En el desarrollo de nuestra práctica, por ejemplo y por buscar paralelismos,  este tipo de actitudes se ven de manera contínua. Al realizar un ukemi,  ( es este caso concreto, un perfecto ejemplo de lo explicado anteriormente )  como salida para proteger nuestro cuerpo de la técnica que nos realiza tori, unos temen ser lanzados, fuerzan situaciones en las que no quieren tomar ukemi, y en ocasiones, esta situación pone en peligro al mismo uke, por no mencionar como el propio tori, intentando no provocar daño, puede lastimarse también.


 Hay varios factores que trataremos de revisar, pero en mi opinión, en estos casos, el uke se tensa, , cae a plomo, olvida todo lo enseñado y todo lo aprendido, y adopta inconscientemente una rigidez que va a ser un obstáculo y un peligro para el correcto desarrollo físico y mental de su clase, y por consiguiente de la clase y del aprendizaje.

En estos casos, debemos aprender a aprender. Y debemos  aprender a enseñar, no tan solo el maestro, instructor o sempai, si no todos los presentes. Debemos ayudarnos los unos a los otros y mostrar una voluntad de ayuda ajena a cualquier concepto de ego o superioridad. Enseñar como se enseña a un hijo. Aprender como se aprende de un padre.
Una vez escuché un concepto que me gustó bastante que decía algo así que "uno sabe, cuando lo que sabe, lo sabe enseñar". Ciertamente, hay varios puntos de vista al respecto, pero creo que lo que trata de decir esta máxima es que en el momento en el que se ha recurrido a todas las facetas como aprendiz, en calidad de alumno, con el corazón abierto, y se domina mínimamente la materia instruida, uno puede, una vez madurado y experimentado por uno mismo, ser capaz de transmitir ese mismo conocimiento.
Aquí  como es evidente, abrimos un pequeño microcosmos al respecto puesto hay personas que no son capaces de transmitir los conocimientos que poseen, pese a que sobradamente los tienen. "Uno sabe lo que sabe enseñar", que es en cierto modo una visión alternativa de la primera máxima, incluye, necesariamente, la capacidad empática de recordar su desconocimiento, para tratar de solucionar las dudas que en un primer momento se vivieron en primera persona e incluso se atreve, yendo más allá, a ser capaz de vislumbrar, intuír, sentir, dudas nuevas en personas ajenas. Estamos entonces, enseñando como enseñamos a un hijo, porque nos adelantamos, lo protegemos, pero " le damos cuerda", " le damos cuartelillo", "cancha", para que experimente por sí mismo. Éste concepto recogido en estas dos máximas en negritas circunscribe la difícil tarea de ponerse en el lugar de los demás, en todo momento durante la enseñanza.



Cuando digo se debe aprender a aprender, ocurre que pese a la meditación inicial, o pese a la intensidad y/o interactuación de la práctica, a veces, no estamos en el "canal" de comunicación, porque tenemos una serie de serias interferencias. Éstas, se generan fuera del dojo, en la mayoría de las ocasiones, y normalmente, la práctica las depura, las filtra, las limpia. Es por ello, que en gran cantidad de ocasiones, entramos al dojo con "una cosa en la cabeza" ( como algo que nos preocupa y/o angustia ) y al salir si nuestra práctica ha sido sincera y enriquecedora, salimos nuevos, limpios, renovados. ( Lo que también abriría debate sobre la realidad, y la manera en la que modificamos y/o interpretamos esa realidad con nuestra vida, pero no entraremos ahí ahora mismo ) Ser capaces por lo tanto, de dejar algunas cosas en la puerta de acceso, y prepararnos para entrenar verdaderamente, es una difícil tarea.


No es necesario, entrenar mentalmente, cada instante, cada día, fuera del dojo, ( porque a la que uno lleve un tiempo, inconscientemente, lo aprendido y/o asimilado en el dojo, ya se encargará de inmiscuirse en el día a día )  Es necesario mantener una actitud activa en el desarrollo de las clases, bien sea como alumno, o como instructor. En este caso, creo que es más fácil centrarse en el propio camino, esto es, ser alumno. Ser instructor o profesor requiere además de tratar de elaborar el camino propio, y evolucionar, auto corregir, y ser consciente de los fallos propios,  tratar de dar pistas para que los alumnos sigan su propio camino, evolucionen y corregir únicamente cuando se está desviando totalmente. Aprender a aprender, en esta tesitura significa entrar en un lugar de iluminación, que además se trata de un espacio, ( no el dojo en si mismo, si no nosotros dentro de ese dojo ) que hemos elegido voluntariamente, donde podemos trabajar de un modo verdadero, despojado de toda responsabilidad y presión, únicamente tratando de hacer el camino por uno mismo, con la alegría que supone estar haciéndolo, y estar junto a compañeros que han elegido el mismo arte que uno. Aprender a aprender es una tarea quizás tan compleja si no más que la de aprender a enseñar y es por ello que una es esclava de la otra y viceversa, y ambos conceptos necesitan de una actitud crítica, sincera, limpia.
Es fácil decir INCORRECTO! MAL!
es difícil pensar: por qué incorrecto? por qué mal? estaré yo equivocado?



Como referencia filosófica a  Nietszche, no todos están preparados para una transvaloración, e incluso los que puedan estar "mentalmente abiertos", no querrán aceptar una evolución diferente porque esto significaría que han estado años en el camino equivocado, y ya en ocasiones reniegan no tan solo una manera diferente de ver y o entender, si no ya, un modo distinto del suyo por ser diferente en sí mismo.

Volviendo al tema de los Ukemis, ( ejemplo que poníamos para tratar el tema del miedo en cuanto al que se resiste a aceptar ) ya desde pequeños, se nos enseña que la postura natural del ser humano es estar de pie y no en el suelo. Cuando nos caemos, lo primero que se nos dice es:  "levanta, arriba! ánimo!  ". 
No es adecuado, amonestar a un niño porque se ha caído: " por qué te has caído? inútil! no te caigas!
Ocurre algo bastante similar en mi opinión cuando una persona que no está familiarizada con el AIKIDO, empieza a no querer encajar técnicas. Nuestra actitud, como compañeros veteranos debe ser precisamente la de ayudar, colaborar, estimular, no ir a la nuestra sin importarnos nadie más y creer únicamente que lo que uno hace es "la verdad absoluta", en el sentido de que lo que hace no tiene ni admite alternativa ni crítica alguna.
He visto, personalmente, actitudes de este tipo en algunas personas que lamentablemente se han estancado en su Aikido, y se ha tornado, triste, taciturno, mediocre, "encajado", predeterminado.
Tampoco es grato, en mi opinión, ver a aquellos que tratan con soberbia a aquellos que tienen menos experiencia, en este caso, se podría decir:  "quizás, tu aprendiste a aprender con este concepto, pero debes tratar de aprender a enseñar este concepto, despojado de todo ego"



La confianza en nuestros sempais irá disipando nuestros miedos. No tan solo en las caídas, si no también en el desarrollo de las técnicas. Vencer y sacar provecho de esta situación favorecerá una práctica futura más agradable. Llegará un día en el que cobraremos esa seguridad por nosotros mismos y venceremos el miedo sacándole provecho.
Hay que saber en qué punto está cada uno, por lo menos si no respecto a uno mismo, sí respecto a los demás y los demás igual hacia uno mismo. Por ese motivo todos entrenamos con todos y todos recibimos energía, aliento, vida de cada uno de nuestros compañeros.
Superar el miedo, es algo que debe reconocerse abiertamente, precisamente para dar ya el primer paso en la línea de buscar una superación. De un modo interno, y luego externo, mediante la ayuda de los que ya recorrieron el camino con anterioridad, y no obstante, sus sensaciones no serán las tuyas, puesto debe cada uno crear su camino, dar sus pasos.
Reconocer los miedos propios,  no debe ser, creo, algo que ocultar o que provoque vergüenzas, temores, o más miedos. Ésta clase de calidad humana se da en el AIKIDO y es motivo de auto-superación , y es en parte, y entre otras cosas,  el motor que mueve la práctica en nuestro interior.

En la película HEAT de Michael MANN, el personaje caracterizado por Al PACINO ( Vincent Hanna ) , representa a un experimentado policía que está a la caza de unos ladrones, y en un momento de la película, dice que necesita de la angustia de ver lo que tiene que ver en las calles, porque esa angustia le mantiene en el filo, vivo, activo.
También hay un momento en la película en la que Al Pacino y Robert de Niro están cara a cara, en un café,( con una cierta calma anómala )  y aunque ambos se profesan cierta admiración, se dicen que en caso de interponerse uno en el camino del otro, no dudarán, no tendrán miedo.

 



Ser capaz de sacar provecho, ser valiente ante el miedo, pedir ayuda, seguir los consejos, las indicaciones, hacer por superar nuestras carencias y buscar recursos dentro y fuera de nosostros, en definitiva, como reza el titular: " Superar el miedo, sacarle provecho, venga por donde venga, sea del color que sea"
La analogía mucho más sosegada en nuestra práctica ( respecto al concepto de angustia y miedo de los personajes princpales de la película HEAT, ) nos coloca en un campo  en el  que necesitamos saber qué es lo que está pasando en nuestra clase, no que esta pase por nosotros sin saber qué hemos hecho. Incluso saber que uno no alcanza a adaptar las técnicas y los conceptos por inexperiencia, al mismo nivel que los alumnos más veteranos, ya es una posición positiva, favorable, despojada de miedos.

 




No necesitamos "la angustia", ni mucho menos. Necesitamos sencillamente aprender. En todos los niveles.
Y el miedo no puede ser un obstáculo. Debemos confiar en quienes nos instruyen y si no nos satisfacen porque no encontramos el calor y la calidad necesaria, debemos hacer por encontrar quién sí quiera tomarse la molestia en "enseñar", ( ojo, siempre que estemos dispuestos a aprender )
"La angustia" de no saber una técnica, presentarse a un examen con nervios, la vergüenza de que nos estén mirando, etc, no son nada con la lamentable pérdida de recursos y sensaciones que dejamos de experimentar cuando la clase pasa por nosotros sin nosotros.

( continuará )